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Unos 280 millones de personas en todo el mundo sufren depresión. En los adultos la incidencia es del 5 %, y en adultos mayores de 60 años del 5,7 % (OMS). La depresión clínica es, por lo tanto, un trastorno común. Sus consecuencias pueden ser muy incapacitantes, puede estar causado por otro tipo de problemas de salud y tiene una estrecha relación con el TDAH. Analizamos en profundidad qué es la depresión y sus síntomas, cuáles son las características de un cerebro en depresión, su vínculo con el TDAH y cómo diagnosticarla.
¿Qué es la depresión?
La depresión es un sentimiento persistente de tristeza, sensación de inutilidad, bajo interés por actividades que antes resultaban placenteras y falta de esperanza. Todo esto afecta, como es lógico, al día a día de la persona por lo que se considera un trastorno del estado de ánimo y tiene consecuencias sobre la funcionalidad de la persona. La depresión clínica afecta a la habilidad de pensar y razonar, y tiene efectos sobre la capacidad de atención y la memoria, incluso sobre las funciones ejecutivas.
Las ideas de “depresión” y “estar deprimido/a” se han popularizado y se usan con frecuencia para describir una emoción pasajera, o incluso un episodio depresivo; pero la depresión clínica incluye algunos o todos los síntomas antes citados durante un periodo largo de tiempo.
La depresión clínica puede clasificarse como leve, moderada o grave en función tanto del número como de la intensidad con la que se presentan los síntomas y/o las consecuencias que tienen sobre el funcionamiento y el día a día de la persona. En el caso de una depresión leve pero con una larga duración, hablaríamos entonces de distimia.
Algunos de los síntomas que aparecen con más frecuencia en una persona con depresión clínica son:
- concentración baja
- mala memoria a corto plazo
- baja autoestima
- muy poca esperanza o sentimiento de optimismo por el futuro
- alternaciones del sueño y del apetito
- pensamientos negativos, o incluso catastrofistas
- astenia: sensación de cansancio agudo o de falta de energía
¿Cómo es el cerebro de una persona con depresión?
Inflamación. Desconexión o desacople de la amígdala. Reducción del tamaño del hipocampo. Estos tres aspectos son las tres diferencias fundamentales que se observan al comparar a un cerebro sano con el de uno de alguien con depresión clínica.
La inflamación se debe al flujo de citoquinas, unas moléculas que tienen la capacidad incluso de dañar la sinapsis (y por ello la disponibilidad de monoaminas) y que pueden suponer estrés oxidativo para las células nerviosas. Se estima que el cerebro de una persona que está padeciendo depresión puede llegar a tener un 30 % más de inflamación, y que es la responsable de síntomas como el cansancio o fatiga, o los cambios en los patrones de sueño o apetito.
La amígdala es una de las zonas del cerebro que está encargada del procesamiento de las emociones. En un cerebro en depresión clínica se observa que hay un desacople de la red emocional, por lo que la persona percibe todo como neutro o negativo. Y el hipocampo, un área vinculada a la memoria y también a las emociones, debido a la inflamación que sufre un cerebro en depresión, sufre una pérdida de conexiones que tiene como consecuencia una reducción de neurogénesis. En otras palabras: la inflamación tiene como consecuencia directa que se generen menos neuronas nuevas y por lo tanto el hipocampo merme. Algunos estudios también han indicado que amígdala y corteza prefrontal podrían sufrir esa disminución, igual que lo hace el hipocampo en mayor medida.
¿Cómo se diagnostica una depresión?
La depresión se diagnostica principalmente a través de su sintomatología, mediante una entrevista clínica y considerando la información del paciente y su entorno. Es muy frecuente que esta entrevista se acompañe de test o cuestionarios para tener un registro con el que comparar a futuro y evaluar el proceso individual.
Las preguntas más frecuentes que se realizan para diagnosticar una depresión clínica tienen que ver con el tipo de pensamientos y sentimientos más comunes, la duración de los síntomas, los efectos que tiene el estado anímico sobre la funcionalidad, cambios en sus patrones de sueño o alimentación… Tras recopilar respuestas a estos temas, se suele considerar que se está ante un episodio depresivo cuando hay por lo menos cinco síntomas del listado completo durante el día, y como mínimo durante dos semanas.
Aunque anteriormente mencionamos las diferencias que se encuentran en un cerebro en depresión clínica, por el momento no se ha encontrado una manera de diagnosticar la depresión a través de técnicas de neuroimagen por diversos motivos. Uno de ellos es que no se cuenta con un histórico de neuroimagen cerebral de cada paciente como para detectar cambios significativos.
Si tenemos en cuenta que la depresión tiene como síntomas alteraciones en procesos cognitivos, en atención, memoria y función ejecutiva, es interesante considerar una evaluación con realidad virtual para obtener un informe completo y preciso sobre estos aspectos. Aquarium ayudará a evaluar la atención, Suite la memoria y Ice Cream las funciones ejecutivas. |
¿Qué relación hay entre TDAH y depresión?
El TDAH es un trastorno que dificulta la concentración. La depresión tiene como uno de sus síntomas más habituales la incapacidad de realizar tareas que antes eran consideradas fáciles. Ambos trastornos afectan a la funcionalidad media, y por lo tanto –con frecuencia- a la autoestima y el autoconcepto. Es muy común ver cómo ambos trastornos (por separado o combinados) producen somatizaciones y cambios en los patrones diarios, y es importante destacar que no todas las personas con problemas en procesos atencionales tienen TDAH (con hiperactividad), sino que hay muchos casos de TDA que eliminan ese extra de energía e inquietud. Entonces, ¿qué relación hay entre TDAH y depresión y cómo diferenciarlas?
En niños y niñas con TDAH diagnosticado se estima que la depresión tiene una alta incidencia.
En niños con TDAH se ha descrito síntomas de depresión entre 14,7 y 75%, dependiendo del estudio epidemiológico o clínico. Los problemas académicos y sociales que experimentan los niños con TDAH pueden provocar síntomas de indefensión (excesiva preocupación por los acontecimientos específicos, ansiedad de separación, fobia social…) que van a incidir de forma negativa en la percepción de la competencia personal.
Fuente: Fundación Cantabria Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad
La similitud de algunos síntomas de ambos trastornos hace que con frecuencia uno se pase por alto, o se confundan. Si la intervención al paciente no es completamente correcta e incluye tratamiento farmacológico, puede incluso que los efectos secundarios del tratamiento sumados a los síntomas haga más complicado diferenciarlos. Por ello es crucial evaluar y monitorizar los procesos atencionales, la memoria y las funciones ejecutivas. Esto permitirá identificar con mayor claridad en qué situación están los indicadores y cómo evolucionan con el tiempo para así asegurar una intervención precisa e individualizada. |
Comorbilidades del TDAH
Es poco frecuente ver un TDAH claro y sin otros trastornos asociados. Según informa Additude, “un número significativo de personas con TDAH tienen un trastorno comórbido o asociado, ya sea depresión, trastorno bipolar, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno por atracón, trastorno por abuso de sustancias o una discapacidad de aprendizaje. Ciertamente, el TDAH sumado a algo más también puede exponer a alguien a un mayor riesgo de depresión. Una persona con TDAH y TOC, por ejemplo, tiene que enfrentarse a una dura combinación de trastornos: puede estar constantemente atormentada en su cabeza y rumiando muchas cosas diferentes que pueden llevarle a cerrarse en banda y a sentirse impotente.”
En este gráfico se observan los trastornos que comunmente acompañan a un Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad:
Recuerda que es importante que siempre sea un profesional cualificado quien diagnostique cualquiera de los dos trastornos de los que hablamos, tanto la depresión como el TDAH.
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